La bruja
Érase una vez una bruja que se ganaba la vida vendiendo encantamientos y fórmulas para calmar la cólera de los dioses.
Con esta promesa a la bruja no le faltaban clientes y conseguía grandes cantidades de dinero de este modo de vida.
Pero un día fue acusada de ir contra las leyes y la llevaron ante los jueces supremos del país.Así, tras un juicio muy corto, la culparon y la hicieron condenar a muerte.
Viéndola salir de la sala del juicio, una de las personas presentes le dijo:
- Bruja, tú que decías poder desviar la cólera de los dioses, ¿Cómo no has podido persuadir a los hombres?
Moraleja: hay que ser precavido con quienes prometen solucionar todo problema que tengas a cambio de dinero pero son incapaces de arreglar los suyos.
La bruja
Érase una vez una bruja que se ganaba la vida vendiendo encantamientos y fórmulas para calmar la cólera de los dioses.
Con esta promesa a la bruja no le faltaban clientes y conseguía grandes cantidades de dinero de este modo de vida.
Pero un día fue acusada de ir contra las leyes y la llevaron ante los jueces supremos del país.Así, tras un juicio muy corto, la culparon y la hicieron condenar a muerte.
Viéndola salir de la sala del juicio, una de las personas presentes le dijo:
- Bruja, tú que decías poder desviar la cólera de los dioses, ¿Cómo no has podido persuadir a los hombres?
Moraleja: hay que ser precavido con quienes prometen solucionar todo problema que tengas a cambio de dinero pero son incapaces de arreglar los suyos.
El niño y los dulces
Un niño metió su mano en un recipiente lleno de dulces. Y tomó lo más que pudo, pero cuando trató de sacar la mano, el cuello del recipiente no le permitió hacerlo.
Como tampoco quería perder aquellos dulces, lloraba amargamente su desilusión.
Un amigo que estaba cerca le dijo: - Confórmate solamente con la mitad y podrás sacar la mano con los dulces-.
Moraleja: Nunca trates de abarcar más de lo debido, pues te frenarás.
Un niño metió su mano en un recipiente lleno de dulces. Y tomó lo más que pudo, pero cuando trató de sacar la mano, el cuello del recipiente no le permitió hacerlo.
Como tampoco quería perder aquellos dulces, lloraba amargamente su desilusión.
Un amigo que estaba cerca le dijo: - Confórmate solamente con la mitad y podrás sacar la mano con los dulces-.
Moraleja: Nunca trates de abarcar más de lo debido, pues te frenarás.
La hormiga y la paloma
Una paloma vio caer a una hormiga en un arroyo. La hormiga luchó en vano por llegar a la orilla y, compadecida, la paloma dejó caer la hoja de un árbol junto a ella. Aferrándose a la hoja como un marinero náufrago, la hormiga flotó a salvo hasta la orilla.
La hormiga estaba muy agradecida con la paloma por salvarle la vida.
Al día siguiente, la hormiga vio a un cazador apuntando a la paloma con una piedra. Sin pensarlo dos veces, se metió dentro del zapato del cazador y le picó el pie, haciéndolo perder el tiro del dolor. De esa manera, la hormiga salvó la vida de la paloma.
Moraleja: Una buena acción es recompensada con otra buena acción
El cuervo y la jarra
Había una vez un cuervo sediento que voló durante mucho tiempo en busca de agua, hasta que encontró una jarra con un poco del preciado líquido. La jarra tenía un largo y estrecho cuello y por mucho que lo intentara, el cuervo no podía alcanzar el agua con su pico. Desesperado, el cuervo pensó en derribar la jarra y tomar el agua antes de que la tierra la absorbiera, pero la jarra era tan pesada que no se movía con los intentos del pobre cuervo. Al cabo de un rato se le ocurrió otra idea; recogió unas piedrecillas y las dejó caer en la jarra una por una. Con cada piedrecilla, el agua subía un poco más, hasta que por fin estaba lo suficientemente cerca del borde para poder beber. Feliz, el cuervo tomó el agua y siguió volando.
Moraleja: Para resolver problemas necesitas mucha calma e ingenio.
El gusano de seda y la araña
Trabajando un gusano su capullo,
la araña, que tejía a toda prisa,
de esta suerte le habló con falsa risa,
muy propia de su orgullo:
«¿Qué dice de mi tela el señor gusano?
Esta mañana la empecé temprano,
y ya estará acabada a mediodía.
¡Mire qué sutil es, mire qué bella!…»
El gusano, con sorna, respondía:
«¡Usted tiene razón; así sale ella!»
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